La caída de la capacidad de ahorro y del poder adquisitivo de los sectores medios que obligó a medir y racionalizar gastos, sumado al importante costo de mantenimiento y a los reiterados episodios de raterismo, hurto de muebles y equipos, entre otras cosas, desalientan la tenencia de viviendas de fin de semana. Por otro lado el fuerte crecimiento de los barrios privados que se dio a partir de la década del 90 terminó de asestar el golpe de gracia devaluando el precio de las quintas al entrar a terciar como parámetro de comparación de prestaciones y valor frente a la cada vez más exigente demanda.
No resulta fácil reclutar compradores, la demanda saca cuentas. El mantenimiento fijo mensual de una quinta de 2500 mts cuadrados de terreno con una vivienda de 150 m2, quincho y piscina, es de $ 350. Esta suma incluye corte de pasto prorrateado anualmente, impuestos y abono de alarma y seguridad. Los gastos fijos anualizados suman $ 4200, con ese monto en la última temporada fue posible alquilar casas en determinados barrios privados, por los dos meses de verano, sin correr con preocupaciones por el resto del año.
Por otra parte, a esas erogaciones fijas deben sumarse los gastos de pintura, reparaciones, limpieza, mantenimiento de equipos, filtros, bombas, etc; que de no hacerse rápidamente conspiran con el estado de la construcción, depreciando por ende aún más su valor.
Hoy día, en una importante cantidad de localidades del conurbano bonaerense se ofrecen casas quintas, de entre 1500 a 5000 m2 de terreno, con viviendas de 3, 4 o más ambientes, piscina, quincho e incluso algunas con casa de caseros por valores de entre $ 40.000 y no más de $ 100.000, a la espera de que aparezca algún interesado. Las pocas ofertas que terminan concretándose se hacen luego de largos períodos de exposición de la propiedad (que en muchos casos se cuentan en años) y generalmente después del rechazo del vendedor de sucesivas contraofertas por parte de los escasos interesados. Generalmente, la cosa termina, cuando el propietario cansado de la situación o agobiado por la carga de los gastos de mantenimiento termina aceptando quitas que suelen estar en el órden del 30 % de las ya devaluadas cifras a las que se puso en venta. A esta situación, debe adicionarse que en muchos de los casos se otorga aún facilidades de pago al comprador para hacer viable la operación.
Es que estas típicas quintas “otrora de clase media”, ya no tienen el interés del núcleo social con recursos como para avalar valores más altos y terminan, en general, siendo adquiridas por alguien familiarizado con la zona, que logra así tener acceso a una vivienda de mayor comodidad que la que podría obtener en una ubicación más céntrica, trocando el destino anterior de vivienda de fin de semana por el de vivienda permanente en la mayoría de los casos.
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© ReporteInmobiliario.com, Agosto 2004.