Sobre el particular, se ha debatido en abundancia durante los dos últimos años y a poco más de un mes y medio de comenzado 2006, el tema se ha tornado protagónico generando opiniones enfrentadas según “la campana” que se escuche y lo cierto es que ambos tañidos tienen parte de razón.
Como es lógico, luego del final anticipado del gobierno de la alianza, los precios de los alquileres como todos los vigentes en el sistema económico, no fueron ajenos al nuevo escenario planteado, adaptándose a la nueva situación. Pero su evolución fue sumamente diferente a la sufrida por otros precios de la economía, en particular con aquellos que integran el Indice de precios al consumidor que sirve de parámetro para medir la inflación minorista.
Así, cuando arreciaba la crisis, en pleno 2002, los valores locativos de las viviendas bajaron aún con relación a los vigentes el año anterior, para sólo comenzar a recuperarse muy levemente durante el 2003 en ciertas tipologías, para luego sí, hacerlo en forma más abrupta durante los últimos dos años.
De este cuadro general no sólo pueden dar fe tanto propietarios, como inquilinos, como corredores inmobiliarios, bienintencionados, sino también los datos del estudio de las cotizaciones anualizadas de alquiler entre los años 2001 a 2005 que evidencian de manera objetiva esta situación para departamentos usados de características estándar medias en la ciudad de Buenos Aires.
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